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Memorias de Adriano

Teatro
  • Subgénero: Teatro Clásico
  • Fecha de Estreno: 09 September 2006
  • Datos de contacto

  • Compañía/Artista: La Tarasca, Cia. de Espectáculos
  • Email: latarasca@cialatarasca.com
  • Email: carmen.montes@cialatarasca.com
  • Teléfono: 954 51 57 25 / /630 82 84 93
  • Web
  • Datos técnicos

    • Autoría: Ramón Bocanegra Cazorla sobre la novela de Margarite Yourcenal
    • Dirección: Ramón Bocanegra Cazorla
    • Intérpretes: Roberto Quintana, Antonia Martinez Zurera, Juan Motilla, Montse Rueda, Eugenio Jimenez Campos
    • Traducción: Julio Cortázar
    • Adaptación: Ramón Bocanegra
    • Escenografía: Antonio Zanonni
    • Vestuario: Sastreria Cornejo
    • Música: Chiqui García
    • Iluminación: José Mª Rodríguez Tenorio
    • Sonido: Pablo Gozalbes Boja
    • Duración: 1h 30

    Argumento

    Memorias de Adriano es un relato admirable
    y ya un clásico,
    La trama nos muestra a Adriano ya en su vejez
    reflexionando sobre los vaivenes del poder,
    las conquistas,
    los turbios episodios palaciegos,
    las horas de triunfo y de peligro...

    De la mano de la magistral pluma de Marguerite Yourcenar Adriano nos relata su propia historia, despojándose por momentos de su investidura de Cesar para mostrarnos su portentosa humanidad.

    Bajo la forma de una autobiografía imaginaria,
    minuciosamente fundamentada en la realidad histórica, Marguerite Yourcenar
    reconstruye una visión espectacular del
    gran pasado clásico.

    Como anécdota y para confirmar lo admirable de este relato y el momento que inmortaliza su Memorias de Adriano , cuenta Yourcenar, que una vez encontró, en una carta de Flauber, esta frase inolvidable:

    "Los dioses no estaban ya
    y Cristo no estaba todavía
    y de Cicerón a Marco Aurelio
    hubo un momento único
    en que el hombre estuvo solo".


    En 1955, Marguerite Yourcenar escribe
    Mémoires d’ Hadrien (Memorias de Adriano).
    Es allí, en las notas agregadas al final de la novela, donde repara en la figura del compañero del
    emperador Adriano:

    Antínoo,

    “... único en la Antigüedad de supervivencia y de multiplicación en la piedra de un rostro que no fue ni el de un hombre de Estado ni el de un filósofo, sino simplemente el de alguien que fue amado.”

    Este no es un dato menor:
    nuestra cultura occidental,
    nuestro sistema de representaciones
    y de puesta en circulación de símbolos,
    reserva un lugar privilegiado
    a aquellos que se espera que sean imitados en el futuro.

    La escultura,
    el busto,
    el monumento...
    tienen la función de enviar mensajes en el tiempo
    y actualizar permanentemente
    el cuerpo de aquel que ha obrado algo memorable.

    Para Marguerite Yourcenar,
    Antínoo es el único caso de la Antigüedad
    en el que el sujeto conmemorado
    no hizo otra cosa más que dejarse amar,
    y si hizo algo, fue nada menos que
    atormentar el corazón de un emperador.

    Tal vez podríamos pensar que la imagen de Antínoo
    es un mensaje que Adriano pone en el mundo
    para que se tengan noticias tanto de su poder
    como de su imposibilidad por detener la fatalidad.

    Marguerite Yourcenar culmina sus notas diciendo sobre los personajes históricos que pone en acción:

    “... he dejado de sentir esos seres,
    su inmediata presencia,
    esos hechos,
    esa actualidad;
    permanecen cerca de mí,
    pero desordenados,
    ni más ni menos como los recuerdos de mi propia vida (...)
    Lo que era capaz de decir ya está dicho;
    lo que hubiera podido aprender ya está aprendido. Ocupémonos ahora
    de otras cosas.”

    No se distingue así entre la historia privada,
    (personal-conocida o ajena-posible)
    y la Historia pública, (universal):
    todo es relato,
    luego todo es objeto de destrucción y recreación, quedando solamente en pie algo así
    como los intentos de esculturas
    que hace el artista para su amante desaparecido,
    es decir, el texto mismo,
    los signos que lo ubican otra vez en el mundo
    para siempre.
    Para las doctrinas que creen en
    la trasmigración de las almas de un cuerpo a otro, este proceso de traslado se ha dado en llamar

    Metempsicosis.

    En este caso, del cuerpo se pasa a la piedra o al texto, en definitiva, a alguna especie de signo:
    el resultado es que no sobrevive un sujeto,
    sino lo que éste dejó plasmado en otro.

    “...oscura percepción de que
    el amor por una persona determinada,
    aún siendo tan desgarrador,
    no suele ser sino un hermoso accidente pasajero,
    menos real en cierto sentido
    que las predisposiciones y opciones que lo preceden
    y que sobrevivirán a él.”

    Vídeo

    Adriano, Memorias de Adriano

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