En esta obra, Alicia va a experimentar, a través de un itinerario simbólico, el paso de la infancia a la adolescencia. Se hace mayor y la realidad pide paso ante sus ojos. Tiene que desprenderse de la infancia y entrar en un mundo que empieza a formar parte de sus deseos. Alicia sabe que tiene que buscar su lugar en el mundo.
En su búsqueda, la niña se va a encontrar con nuevos personajes en escenas que simbolizan el abandono de la niñez y su definición como persona. Parece un juego de ajedrez (así lo escribió Lewis Carroll) en el que Alicia aspira a ganar la partida, que no es otra cosa que culminar su proceso de aprendizaje vital.