La palabra kokoro se traduce habitualmente en la literatura como una combinación del corazón y la mente. Sin embargo, estos dos términos muestran una dicotomía filosófica entre sentimiento y razón que en la cultura clásica japonesa no se da, pues el kokoro, unifica ambos componentes y se añade uno de potencialidad creativa en las artes.
Este concepto es clave para la articulación de un régimen de pensamiento en la inmersión del movimiento, que comprende la asimilación de cauces que van más allá de la lógica. Esta es la inspiración que considera la perspectiva de la danza como una entidad activa, un locus de la mente, un criterio ético y estético, incapaz de establecer divisiones entre los sentidos, las emociones y el intelecto.