“Sostenidor” habla de aquello que nos sostiene y de la entrega a ser sostenida.
Un cuerpo que se eleva y se quiebra en el cante, que encuentra en la voz un refugio y también un límite.
Un sostén que se convierte en espejo: ¿sostener es un gesto de libertad o de carga?, ¿quién sostiene realmente a quién?
El sostenidor —sujetador en castellano— aparece como emblema de la mujer que, durante siglos, ha sostenido la vida, las memorias y los cuerpos. Símbolo íntimo y cotidiano que se vuelve metáfora de lo invisible: el peso callado, la resistencia, la ternura que equilibra el mundo.
La pieza es un viaje hacia la vulnerabilidad y la fuerza compartida, hacia el acto de sostener y dejarse sostener como gesto último de humanidad.