Hemos tejido, con hilos de experiencia y vocación, un puente entre la educación y el arte.
Durante años hemos acompañado a niñas y niños desde muchos lugares —como dinamizadores de talleres, formadores de profesores, madres y padres— siempre guiados por una misma brújula: la confianza profunda en la infancia y su infinita capacidad de descubrir el mundo por sí misma.
Creemos que crear es vivir, y vivir es recrearse a cada instante.
Por eso, nuestros talleres y espectáculos son espacios donde el arte se mezcla con la vida: un laboratorio de emociones, sensaciones, juegos y pensamientos que ayudan a crecer con alegría, respeto y libertad.
Nos gusta trabajar con materiales que invitan a tocar, oler, sentir y soñar.
Materiales que cobran nueva vida en las manos curiosas de los niños y niñas, reciclados, reutilizados, reinventados… porque en la sencillez habita la magia.
Y en nuestras historias jugamos con las palabra, con los gestos, es una creatividad compartida.
Así caminamos —entre el arte y la educación— celebrando la maravilla de seguir creciendo juntos, con los ojos abiertos y el corazón despierto.
Dos dudosos bandoleros