“Un mediodía de septiembre en
Granada (2010), terminé el último
examen de la carrera y fui a casa
corriendo para contarle a mis padres
que por fin me había licenciado. Detrás
de esa prisa por compartir el final de
un ciclo de mi vida, se escondían las
ganas de saber si mi padre se
acordaba de lo que en algún momento
habíamos hablado meses antes; si
terminaba la carrera, empezaríamos a
grabar algunas maquetas para un
posible proyecto que quizá algún día
podría publicar o quizá podría
quedarse en la intimidad y compartirlo
solo con mis amigas y mi familia, y así
no me quedaría con las ganas de
haberlo hecho.
Por supuesto que se acordaba
perfectamente de aquel acuerdo. Abrió
una botella de champán en la cocina y
me dijo vamos a elegir algunas
canciones que te gusten y nos
bajamos al estudio.