Dos personajes se afanan en custodiar a La Centenaria, una bombilla ejemplo de inobsolescencia. La cuidan, la miman, al mismo tiempo que protegen el archivo del tiempo, de todo el tiempo que ha vivido, preguntándose si todo se acaba o quizás no.
Aunque nuestro cerebro no esté programado para pensar en el tiempo que nos queda, ¿es la obsolescencia aplicable a las personas? ¿A los deseos?
Una reflexión sobre cómo percibimos y cómo usamos el tiempo…