El paso de una tormenta ha derrumbado la casa
familiar.
Inés quiere rehacerla como sea, levantar de nuevo la
construcción y colocar las cosas en el lugar donde
estaban antes.
Su bisabuela Alma, cautiva en las ruinas, aparece en
señal de ayuda.
Este encuentro ultraterreno, a caballo entre la vida
y la muerte, remueve la memoria celular de Inés,
ensanchando el tejido de su clan y revelándole
tantas impresiones de belleza como de espanto.
La casa se ve, así, transformada en un lugar
espectral y luminoso donde el cuerpo familiar
puede llegar a conocerse a sí mismo.