María Moreno habla en flamenco. Esa es su lengua madre y el vehículo a través del que lleva a cabo sus investigaciones escénicas. En esta ocasión, el Magnificat le sirve para indagar en los cuerpos atravesados por la alegría, en lo que sucede cuando nos juntamos a celebrar, cuando nos encontramos con las personas queridas y el gozo brota como una fuerza incontrolable. La fiesta no es otra cosa que la manifestación de una sabiduría compartida que no deja de renovarse y que se transmite de cuerpo a cuerpo, de generación en generación. Por eso, María Moreno,se acerca a la fiesta como estado carnal, como manera preguntarse por esa alegría que brota de los cuerpos y de hacer del espacio teatral un lugar de celebración.