En un universo donde lo tangible se disuelve en lo intangible, donde las líneas de la realidad se funden con la vibración de lo invisible, esta pieza se sumerge en el misterio que habitó Hilma Af Klint.
Ella vivió entre mundos: uno terrenal, de pinceles y lienzos, y otro etéreo, guiado por sus encuentros con el espiritismo. En un acto de revelación, la danza y la música se convierte en un canal entre los mundos visibles e invisibles, buscando las huellas de lo inexplicable, lo esotérico y lo sublime.