Ella está en shock. Su hija de quince años acaba de confesarle que no es una chica; sino que es un chico. Ya no será más Alejandra, será quien realmente es: Alex. La terapia, los grupos de sensibilización, nada es suficiente para aceptar el hecho de que su hija ya no será más su hija y la negación, la resistencia y la frustración se abren paso desde el dolor que provoca el cambio. Sin embargo, todo gira cuando la policía llega a casa acusando a Alex de abuso sexual. Este hecho inesperado empuja a nuestra protagonista a emprender una frenética carrera para intentar comprender a su hijo y protegerle frente a todo aquello que quiere arrinconarle, destruirle y robarle su identidad y sus derechos como ser humano.