Un montón de palabras extrañas escritas a mano sobre paneles de cartón, nos hacen entrar en el arte efímero y excéntrico de la artista madrileña. Embriagada por una risa constante, hasta el paroxismo de las lágrimas, la Ribot –u otra de las intérpretes– se entrega a la caída y, por consiguiente, al levantamiento. Entre la risa y la acción, se ocupa el espacio, se juega con la ambigüedad entre la construcción visual y el significado. "Me interesa hablar de presentación, más que de representación". Esta frase de La Ribot resume su forma de entender esa frontera en la que se ha convertido la danza contemporánea.
El espacio escénico de referencia en Villena obtiene la Llàntia (lámpara) de Honor coincidiendo con su centenario.
Contempla 146 medidas con las que llevar a la cultura al medio rural, al sistema educativo o a las cárceles y acabar con la desigualdad de renta, género o localización al acceder a la cultura.
La gala de entrega se celebró ayer en el Teatro Gayarre de Pamplona, espacio asociado a La Red.