La compañía gallega Teatro do Noroeste, después de completar una extensa gira por Galicia con su espectáculo Glass City (ciudad de cristal), prepara ya una versión en castellano del montaje para su distribución por toda la Península.
Glass City es un musical de gran formato en la que participan catorce actores y actrices, con músicos en directo que interpretan los temas y las canciones que aparecen en el espectáculo. Además, hay dos cuestiones que impregnan todo el argumento del espectáculo y que forman parte esencial de la obra: el lugar (la ciudad de La Coruña) y la época (septiembre de 1958). Y es que en aquella época, el entonces jefe del Estado Español, el dictador Francisco Franco, acostumbraba a pasar en esas fechas varios días de veraneo en La Coruña. Y con él llegaban a la ciudad una gran cantidad de ministros y altos cargos de aquel gobierno que, instalados en la ciudad, la transformaban, durante unos días, en la capital de España, celebrando consejos de ministros y constantes recepciones y festejos.
El montaje se presenta de la mano de Bernardo Martínez (dirección y composición musical) y de Paco Conesa (escenografía y vestuario), acompañados por la coreógrafa Chedes Suárez, los textos de Eduardo Alonso y un elenco compuesto por Xavier Estévez, Luma Gómez, Carlos Mosquera Mos, Maxo Barjas, Monti Castiñeiras, Xan Casas, Christian Escuredo, Ramón Orencio, Fernando Tato, Brandán Lourenzo, Fernando González, Brais Morán, Julia Méndez o Julia Sánchez.
Pero también en aquellos años, alrededor de 1958, fueron llegando a los bares de La Coruña, las juke box, aquellas máquinas de discos importadas de Estados Unidos y que venían cargadas con canciones de Elvis Presley, Paul Anka, Neil Sedaka, Chubby Checker… En definitiva, el germen de la revolución de la música juvenil que cuajaría años después, pero que para algunos jóvenes coruñeses se adelantó. Nacía así la juventud como clase social.
Los miembros de la escolta de Franco, sobre todo militares, llegaban a la ciudad dispuestos a divertirse y gastar los sobresueldos que el Régimen les facilitaba. Surgieron grandes partidas de cartas, donde los visitantes eran alegremente desplumados por los despiertos residentes que esperaban la llegada de los madrileños con gran expectación.
En aquellos años, la corporación municipal estaba presidida por el alcalde Alfonso Molina, protegido de la esposa del dictador y asiduo participante de fiestas y nocturnidades. De aquella época viene el dicho de que “mientras Santiago reza y Vigo trabaja, La Coruña se divierte”.
Pero no todos estaban sometidos al Régimen... El trayecto que recorría la escolta del dictador todos los días, del Palacio de Meirás hasta el Ayuntamiento de La Coruña, era un buen lugar para un atentado…
Pero Glass City no es una obra histórica, aunque la historia incida en ella con especial consideración. Sobre todo los sucesos que ocurrieron en esos días en La Coruña: las inauguraciones de la Sociedad Hípica, de la Fábrica de Armas o del Supermercado de San Agustín, la cena de gala en el Palacio del Ayuntamiento, donde, para susto de todas las autoridades, se interpretó el Himno Gallego, o la pesca por parte del Azor y de Franco, de una ballena que casi creó un incidente político, pues la prensa non sabía si llamarla cachalote o cetáceo. Son acontecimientos, entre otros, que aparecen reflejados en los hilos argumentales de este espectáculo.
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