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La Red

Rodrigo García estrenará en enero en el Teatro María Guerrero

22 diciembre 2010

El montaje estará en cartel desde el 7 de enero al 6 de febrero

El viernes 7 de enero se estrena en el Teatro María Guerrero Gólgota picnic, una creación del dramaturgo hispanoargentino Rodrigo García producto de una coproducción del Centro Dramático Nacional, el Théâtre Garonne de Toulouse y el Festival de Otoño de París. El montaje, con texto, dirección y escenografía de Rodrigo García, presenta la música de Las siete última palabras de Cristo en la cruz, de Joseph Haydn, interpretada en directo por el pianista Marino Formenti. Interpretado por los actores Gonzalo Cunill, Núria Lloansi, Juan Loriente, Juan Navarro y Jean-Benoît Ugeux, Gólgota picnic también lleva la firma Carlos Marquerie (iluminación), Ramón Diago (videocreación) y el espacio sonoro de Marc Romagosa.

Gólgota picnic es un nuevo experimento de Rodrigo García, que mezcla música en directo e iconografía clásica en su regreso a los escenarios. Cuenta que la idea de este montaje le vino  a la cabeza durante un viaje por Italia, mientras que compartía taxi con el pianista Marino Formenti. En medio de una conversación sobre Haydn surgió la versión del músico italiano sobre Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz… La Biblia es el punto de partida del que el dramaturgo se vale para tratar todo tipo de asuntos contemporáneos.

Para Rodrigo García, la Biblia es la fábula “más fascinante, por la calidad del lenguaje y por la imaginería desbordante: ángeles que suben y caen, llamas por todas partes, cielos que se abren, milagros, demonios, muertes y torturas inimaginables, teorías sobre el amor impracticables...”.

Pero luego, la obra luego “despega hacia otros asuntos, relacionados siempre con la muerte. La muerte como ir a comer el menú del día, no la muerte como el fin del mundo. El fin de nuestra percepción del mundo, nuestro final biológico, no afecta en nada al fin del mundo. Morirse es algo sencillo y no debería tomar por sorpresa ni apesadumbrar a nadie”. La música, dice García, es lo único que se asemeja a la divinidad en esta obra: “Por eso intento que ocurra poco y nada en escena cuando Marino toca”.

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