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La Red

“El estado de sitio”, adaptación de una de las cimas literarias de Albert Camus, en el Teatro Central de Sevilla.

16 enero 2012

Desde el 25 de febrero hasta el 5 de marzo en el Teatro Central de Sevilla. “El estado de sitio”, la última producción del Centro Andaluz de Teatro,  trabajado conjuntamente con  el Consorcio para la Conmemoración del Centenario de la Constitución de 1812 y en colaboración con el Servicio de Cooperación y Acción Cultural (Embajada de Francia en España).

“El estado de sitio”, adaptación de una de las cimas literarias de Albert Camus, en el Teatro Central de Sevilla.

José Luis Castro  dirige el montaje  de la obra escrita y estrenada por primera vez en 1948, y revisada  y ajustada a los tiempos por Juan García Larrondo.
La celebración del bicentenario de la primera Constitución Española, La Pepa 2012, trasciende a nuestras propias fronteras, a las lenguas y a las ideas. No podía ser de otra manera cuando de lo que hablamos es de libertad, de ideales de democracia y de sociedad con aspiraciones de igualdad. Por esta razón el estreno en Cádiz de El estado de sitio del premio Nobel francés Albert Camus no es una casualidad. Y no lo es, porque el escritor haya situado en Cádiz la acción de la obra en un contexto de asedio similar al que vivió la ciudad entre 1810 y 1812. Lo que une y enlaza este estreno teatral son las ideas que subyacen en la obra y que en gran medida se alinean con las aspiraciones de los constituyentes españoles de aquellos momentos.
El argumento de “El estado de sitio” no ha perdido vigencia, aunque hoy todo es mucho más sutil. De ahí el aviso a navegantes del autor francés: los bacilos de la Peste jamás mueren ni desaparecen. Permanecen ahí, adormecidos, esperando el día y la ocasión de mandar a sus ratas a cualquiera de nuestras ciudades para ponerles sitio. Por eso los diálogos de Camus siguen siendo paradójicamente tan actuales.  Su mensaje de valentía es muy necesario en nuestros días.  El espectáculo asoma al escenario de un Cádiz universal y utópico que es una metáfora de nuestro mundo, constantemente en estado sitio. La obra hace eco de las palabras que ya Camus nos dejó perfectamente escritas y que, en definitiva, son las únicas que importan y merecen quedar en nuestra memoria colectiva.

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