Carlota Berzal y María Cazenave han perdido una madre y un padre respectivamente. Además de todo lo que ordena y desordena la muerte de un progenitor, cada una de ellas ha adquirido además, una vivienda. Ahora son propietarias. Terratenientes. Arrendadoras. A través del humor, la parodia, el cuerpo y el hurgar en sus heridas, estas dos amigas transitan por diferentes estados explorando esta nueva condición. Orbitan sobre conceptos como la opulencia y la orfandad, la perdurabilidad y el duelo. Aprovechan este formato para hablar con sus padres muertos, fardar del nuevo lujo y, si pueden, encontrar arrendatarios.