Halo es un poema respirado y escuchado a través del cuerpo, imaginado como un instrumento de viento que inhala y exhala el relato de una metamorfosis.
Tal y como dice Gaston Bachelard:
«El viento se excita y se desanima. Grita y se queja. ¿Hay alguien en el viento? Es el viento que pasa. Almas pasadas o actuales, unas por nacer y otras muertas a la tierra, atizan su potencialidad hacia la antigua o futura alegría de vivir. Es el viento ululante, el viento de las mil voces, de las quejumbrosas, las agresivas, las calmas, todas ellas mezcladas. La ambivalencia del viento que es dulzura y violencia, pureza y delirio. La ráfaga es salvaje y pura. Muere y renace».